Acuerdos, arreglos, amaños y mafias.
«¡Que se besen! ¡Que se besen!» Cantaba la grada del Nuevo José Zorrilla mientras Valladolid y Celta ya no disimulaban el pacto de no agresión y el reparto de un punto que salvaba a los vigueses y evitaba el descenso directo de los de Pucela. Corría el año 94. El pasado mayo, sin cánticos amorosos, el Celta-Córdoba repitió escenografía y no tiraron a puerta. A la hora de hacer los resúmenes y como no había nada destacable, un centro lateral de De Lucas era repetido hasta la saciedad. Sin embargo, que tras 38 o 42 jornadas dos equipos consideren que un resultado les favorece a ambos no se considera amaño y el único fraude se comete contra los aficionados, que por otra parte, cantasen o saltasen, se contentaban con la seguridad de un final feliz. En otros países, en ocasiones, se disfraza la pantomima con goles, no vaya a ser que alguien solicite que le devuelvan el dinero de la entrada. Aún así, normalmente no hay queja y si algún equipo rival protesta debería observar su trayectoria durante el resto de la temporada.
En un estatus similar quedan las primas a terceros por ganar, prohibidas pero aceptadas en España y con diferentes leyes según el país. Los recurrentes «maletines» son como la lotería de Navidad, una tradición anual de la que se habla mucho pero se toca poco. El dilema ético aparece ante el razonamiento lógico: si hay incentivos a terceros por ganar, el mismo trabajo cuesta enviar un maletín por perder. Y los hay, muchos, y se habla, poco, aunque cada vez más.
La compraventa de partidos ya sea por razones deportivas o por intereses de mafias de las apuestas se incrementa cada temporada. En multitud de países se han producido investigaciones y sanciones que han ido desde las multas y deducciones de puntos hasta descensos e inhabilitaciones. En estos lugares hay gente encarcelada por amañar juegos. En lo que va de 2012 se registran casi un centenar de casos, ya sean investigaciones, condenas, denuncias, averiguaciones sobre temporadas anteriores o continuación de procesos como los que sacudieron recientemente al fútbol turco e italiano.
En este contexto, la liga española funciona como reducto galo y no se conocen sanciones ni descensos. Sí se hicieron públicos, sin embargo, múltiples casos de amaños por intereses deportivos que más que remitir, aumentan. Cualquiera que esté relacionado con el fútbol, el periodismo deportivo o las apuestas ha conocido casos de equipos que se venden al mejor postor, de cadenas de favores o de compra de goles, penaltis y resultados. Incluso se han podido escuchar grabaciones o declaraciones que reconocen arreglo de partidos. Pero nunca pasa nada. En España, por el todavía escaso arraigo de las apuestas, se notan más los “fraudes deportivos” pero seguramente el crecimiento de la afición al juego, unida a la crisis económica, hará que se disparen también los amaños relacionados con las apuestas.
Declan Hill, autor de “The Fix” (editado en España como «Juego sucio»), eminencia en el estudio y denuncia de las mafias que recorren el mundo comprando partidos, expuso hace un tiempo en su blog la receta contra esta lacra del deporte actual. Sus seis medidas para atajar el problema son las siguientes:
- Liberalizar el mercado de apuestas y legalizarlo para que las casas sean controladas como cualquier entidad financiera. Propuesta que genera dudas sobre su posibilidad por la existencia de múltiples intereses y, en caso de realizarse, ¿va a ayudar realmente? El crimen encontrará su camino. Sí que es necesario que las casas de apuestas informen antes de los partidos cuando detecten patrones extraños en las apuestas.
- Ligas más pequeñas en las que no se mezclen equipos amateurs y profesionales. Medida necesaria aunque no suficiente. La presencia de equipos con grandes diferencias económicas hace más fácil la compra de partidos pero la avaricia no tiene límites e incluso profesionales bien pagados acceden a trampear resultados.
- Inhabilitación de por vida a los que amañen partidos. La clave, no tener clemencia con los culpables. Cualquier persona relacionada con el fútbol debe saber que una acción fraudulenta puede arruinar su carrera profesional.
- Auditorias a jugadores, entrenadores y árbitros como parte del Fair Play Financiero. Ojalá esto fuera posible, pero en España, paraíso del fútbol pagado en negro, encontraría oposición frontal y, como siempre, hay mil formas de burlar la ley (seguramente haya más países moviéndose en el mismo contexto)
- Minimizar la influencia política en algunas ligas y el poder de designación arbitral por razones no deportivas. Transparencia en las asignaciones arbitrales, el caballo de batalla de muchas ligas, entre ellas, la española. ¿Acaso es tan difícil crear un programa de ordenador con distintas variables y que asigne colegiados para cada partido sin intervención directa de personas interesadas?
- Educación. Fundamental para todo en la vida. Tener ética deportiva puede evitar muchos casos fraudulentos.
En esta situación, hay momentos en los que se hace difícil disfrutar del fútbol. El final de la temporada pasada en la Liga BBVA fue uno de ellos. Lamentablemente, INFORME DE FÚTBOL carece de pruebas concluyentes, pero cualquier fuente bien informada o buen observador habrá encontrado indicios de que varios partidos fueron amañados en las últimas jornadas.
No cabe esperar una pronta reacción de un organismo tan mastodóntico como la FIFA mientras la aluminosis de la corrupción se extiende por los cimientos del fútbol mundial. Por lo tanto, cada federación debe empezar por barrer su casa para luego llevar proyectos anticorrupción sólidos a los organismos internacionales.
En 2012, se han encontrado casos en partidos internacionales, se ha confirmado un secreto a voces, que el Argentina-Perú del Mundial 78 no fue limpio; Kazajistán, Rusia, Grecia y Bulgaria copan los primeros puestos (en intento) de compra de jugadores según una encuesta de FIFPro para su libro negro y en cuanto a árbitros están parecido. Robert Kutasi, director del equipo húngaro REAC, se suicidó ante una investigación contra varios de sus jugadores y el futbolista surcoreano, inhabilitado de por vida, Lee Kyung-Hwan, de tan sólo 24 años, se arrojó desde un decimoquinto piso por las dificultades económicas derivadas de su situación. Se han detectado casos en Chipre, Hungría, China, Noruega, Israel, Malasia, Singapur, Croacia, Escocia, Irlanda, Nigeria, Sudáfrica, Rumanía, República Checa, Suiza, Guatemala, etc. Se han vivido nuevos capítulos del Calcioscommesse y en Turquía aún no se ha llegado al fondo del asunto que dejó al Fenerbahçe sin Champions League la temporada pasada. Y en toda esta trama de corrupción, la única cabeza visible, de momento, es la de Wilson Raj Perumal, ciudadano de Singapur, encarcelado en Finlandia, y uno de los ejes de una extensa red internacional para alterar resultados que afecta incluso a torneos de categorías inferiores.
Sea por dinero o intereses deportivos el virus de los amaños se extiende por el fútbol, perjudicando el espectáculo y la credibilidad del deporte, algo fundamental en la experiencia del aficionado. Sin él, pese a que a veces lo parezca, no hay futuro. Con trampas, tampoco.